Blog dedicado a todo aquello que me gusta: música, cine, cómics... Todo ello con el mejor humor posible, y sin tomarme nada demasiado en serio

jueves, marzo 10, 2005

No pasa nada, la liga está ganada...

Eso es lo que deben estar pensando tanto los aficionados del F.C. Barcelona como los del Real Madrid, los unos amparándose en la actual ventaja de 8 puntos y los otros en el convencimiento del bajón en el tramo final del eterno rival.

El caso es que, por primera vez en ocho años, España se queda sin representantes en los cuartos de final de la Liga de Campeones. Ya se quedaron en el camino Valencia y Deportivo (este último con una horrorosa participación, sin conseguir marcar un gol en toda la liguilla). Solo quedaban Barça y Madrid, a los que les tocó en suerte Chelsea y Juventus. A priori, eran dos eliminatorias harto complicadas, contra los líderes en la liga inglesa (indiscutible) e italiana.
El Barça apeló (como suele ser en él habitual) a la épica, para remontar un 0-1 que hubiese dejado al equipo muy tocado para el partido de vuelta. Se impuso 2-1, dejando todo por resolver, pero al menos con la sensación que el fútbol de ataque puede y debe sobreponerse al de contención. En el caso del Chelsea deberíamos hablar de un equipo con dos velocidades, las dos muy bien trabajadas, aunque el equipo de Mourinho racaneó en demasía en el Camp Nou.
La ida del Madrid-Juventus fue un clásico partido que se resolvió como mucha gente esperaba: 1-0. No era un resultado tranquilizador, pero teniendo en cuenta el nivel irregular del Madrid (un ritmo de circulación de balón demasiado lento y algunos jugadores algo "pasotas" en el terreno de juego), tampoco era malo. La Juve a su rollo, ordenados en defensa y a aprovechar alguna contra.

Los dos equipos españoles se plantaban en el partido de vuelta con ventajas mínimas, pero ventajas al fin y al cabo. Tras calentar bastante el partido, había interés por ver la propuesta del Chelsea en su propio campo. ¿Sería un equipo tan "autobusero" en esta ocasión? Pues sí y no. Montó su clásica línea doble de contención, pero en esta ocasión se aprovechó de unos primeros 20 minutos realmente horribles del Barça para encadenar, uno tras otro, tres goles en otros tres fulgurantes contraataques. Esa es la fuerza del Chelsea (si no tenemos en cuenta a Robben), los jugadores se saben de memoria todos sus movimientos, tanto en ataque como en defensa, y corren, vaya si corren. Se plantaron delante de Víctor Valdés como y cuando quisieron. Resbalón de Xavi (tocó en exceso durante todo el partido) en el primer gol, incapacidad de hacer una de esas tan socorridas faltas tácticas en el segundo y total descoordinación defensiva en el tercero. A partir de ahí, 3-0 y a tirar de nuevo de la épica. Entonces apareció el Ronaldinho de los partidos importantes, el que se inventa disparos y pases. Dos goles, uno de penalty y otro de asombroso punterazo habían puesto de nuevo al Barça al mando de la eliminatoria. Faltaba la puntilla. Y tuvieron la oportunidad de darla en la segunda parte, en el que el meta checo Cech se mostró intratable. A reseñar un cabezazo con todo de Puyol (el único que en defensa se mostró difícil de superar), un tiro de Iniesta al palo (el canterano está reñido conel gol) y un tiro a las nubes de Eto'o en el rechace del tiro de Iniesta. Si cualquiera de esas tres claras ocasiones hubiese terminado en gol, en mi opinión el partido estaba liquidado. Pero la grandeza del fútbol es que si perdonas lo puedes pagar. Y vaya si lo pagaron. Muy caro. Cada corner y cada falta que bombeaba el Chelsea al área del Barcelona era una jugada de peligro, y, en una de ellas, llegó el gol que condenó al Barça. Centro al área, remate de Terry, capitán del Chelsea, y gol. El árbitro asistente se quedó fijo en su posición, como señalando algo. ¿El qué? El agarrón de Carvalho a Valdés, que impidió que el cancerbero azulgrana pudiera al menos atajar el testarazo de Terry. Collina, árbitro del partido, desautorizó al linier y dió validez al gol. En las sucesivas repeticiones el agarrón parece claro, pero (esto es ya mi opinión) yo no considero que esa jugada decidiese la eliminatoria. A ver, tal y como sucedió, si hubiese pitado falta al portero, el Barça estaría en el bombo de cuartos, pero lo que condenó al equipo culé fueron esos primeros veinte minutos, en los que dependieron de ellos y, por nervios o lo que fuese, pusieron muy cuesta arriba la remontada.
El partido de vuelta del Madrid evidenció algo: El Madrid no tiene demasiadas ideas en ataque y hay una serie de jugadores que sobran. Es evidente que si hubiese estado en condiciones de jugar Míchel Salgado, Raúl Bravo no hubiese jugado nunca, pero no es de recibo que un equipo como el Real Madrid se vea en la obligación de utilizar a Bravo. Beckham representa la indolencia de algunos futbolistas del Madrid, que no parecen implicarse lo suficiente en el campo. Además, el Madrid necesita un relevo generacional: Zidane, Roberto Carlos y, en menor medida Figo (aunque en el partido de ayer no se mostró demasiado) estan gastando sus últimos cartuchos. Zidane sigue teniendo esa magia en las botas, pero lamentablemente, la gasolina le dura con suerte 45 minutos. Roberto Carlos ya no es el amo de su banda, y sus rifirrafes con la directiva han terminado por desestabilizar al futbolista. Luego están los casos de Raúl y Ronaldo. Raúl da la sensación de estar, a sus 27 años, cansado de jugar. Lleva diez años jugando al máximo nivel y parece hastiado, sin fuerzas. Yo creo que es un jugador recuperable para el Madrid, pero necesita centrarse de nuevo y descansar, sobretodo mentalmente, que es el peor de los cansancios. Ronaldo es Ronaldo. Si mete goles es el mejor, y si los falla es un paquete gordo. Poca gente se acuerda la cantidad de partidos que han ganado solos él y Casillas. Yo "confío" en Ronaldo. Durante el partido, fue el único que pareció inquietar a Buffon (amén de un lanzamiento de falta de Roberto Carlos que casi se traga el portero italiano), con un par o tres de jugadas marca de la casa.
La verdad es que dió la sensación de que el Madrid buscaba el 0-0 y clasificarse con el mínimo esfuerzo, todo ello ante una Juventus ordenada pero lenta, sin verdadero mordiente. Solo Ibrahimovic, en el minuto 5 tuvo una clara oportunidad que estrelló en el cuerpo de Casillas. La primera parte terminó sin más incidentes. La segunda parte transcurría igual, con el Madrid en apariencia tranquilo y la Juve sin demasiadas prisas. Nada que ver con el frénetico encuentro entre Barcelona y Chelsea. Minuto 75, centro muy pasado, dejada de cabeza del gigante sueco y tijera de Trezeguet. El Madrid se encontró, sin darse cuenta, con la eliminatoria empatada. Prórroga. Fueron otros treinta minutos como los noventa anteriores. Parsimonia. ¿Se conformaban los dos equipos con la lotería de los penaltis? Eso parecía al menos, hasta que un mal despeje de Raúl Bravo lo aprovechó Zalayeta (que ya fuera verdugo del Barça en 2003) para apear al Madrid de la Champions. ¿Justo? ¿Injusto? La Juve jugó como sabe hacerlo, y el Madrid simplemente no jugó, se limitó a dejar correr el tiempo, confiando en un gol de Ronaldo que no llegó.

El año que viene más, y recordad, no pasa nada, la liga está ganada...